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Un hemangioma es un tumor compuesto por vasos sanguíneos, que puede crecer en la
oroides, que es la capa de vasos sanguíneos por debajo de la retina. Los hemangiomas coroideos no son
malignos y por lo tanto no producen metástasis. Sin embargo, si el hemangioma se localiza en la zona central
de visión, puede causar una fuga de líquido que produzca un desprendimiento de retina o cambios de
tipo quístico que produzcan una disminución de la visión.
Muchos hemangiomas coroideos pueden ser vigilados únicamente por su oftalmólogo sin
la necesidad de dar tratamiento. Se pueden tomar fotografías para documentar la evidencia de fugas o de
crecimiento y con esto iniciar tratamiento. Las opciones de tratamiento incluyen fotocoagulación con
láser, con el fin de disminuir la fuga de líquido, o terapia con dosis pequeñas de
radiación.
El melanoma coroideo es maligno, lo que significa que es un cáncer que puede metastatizar
y eventualmente diseminarse a otras partes del cuerpo. Ya que el melanoma coroideo es un tumor intraocular, y por
lo tanto usualmente no se ve, los pacientes con esta enfermedad frecuentemente no reconocen la presencia de este
tumor hasta que este crece a un tamaño tal que llega a disminuir la visión ya sea por
obstrucción, desprendimiento de retina, hemorragia u otras complicaciones. Generalmente no se presenta
dolor excepto con tumores de gran tamaño. La mejor manera de detectar esta lesión de manera temprana
es realizando evaluaciones periódicas de la retina bajo dilatación.
En este tipo de cáncer no se recomienda únicamente la extracción del tumor
dejando intacto el resto del ojo. Durante este tipo de cirugía, el ojo se abre lo que permite que las
células cancerosas floten alrededor de los espacios del ojo. Después de la extracción del
tumor la esclera se vuelve a cerrar. Algunos estudios han demostrado que hasta el 50% de los melanomas coroideos
llegan a invadir la esclera, después de este procedimiento. Por lo tanto, con este tipo de cirugía
no siempre es posible remover el tumor totalmente. Por último, muchos de los ojos no toleran este
procedimiento y pueden llegar a desarrollar desprendimiento de retina, catarata, hemorragias y el ojo terminar
siendo removido por completo, de todas maneras.
Las recomendaciones de tratamiento para el melanoma coroideo generalmente se basan en el
tamaño del tumor. Los melanomas pequeños o sospechosos (aquellos con una altura menor de 3 mm) se
mantienen bajo observación estrecha para detectar crecimiento antes de iniciar tratamiento. Los tumores de
tamaño mediano (aquellos entre 3 y 6 mm de altura) se pueden tratar ya sea con radioterapia o con
enucleación; se ha determinado que ambos tratamientos previenen la diseminación del cáncer.
En tumores de tamaño grande (aquellos mayores de 6 mm de altura) el tratamiento de elección es
generalmente la enucleación. Esto es debido a que el ojo no sería capaz de tolerar la cantidad de
radiación que se necesitaría para tratar un tumor de este tamaño. El estudio COMS no
demostró ningún beneficio al administrar radiación antes de enucleación.
Tumores malignos en otras partes del cuerpo se pueden diseminar hacia dentro y fuera del
ojo. Generalmente, el cáncer metastásico que aparece en el ojo, proviene de un cáncer primario
de la mama en mujeres y de los pulmones en el hombre. Otros sitios de origen, menos comunes incluyen la
próstata, los riñones, la tiroides y el tracto gastrointestinal. Los tumores de las células
de la sangre (linfomas y leucemias) también pueden diseminarse al ojo. El tratamiento de los pacientes con
metástasis en el ojo debe coordinarse entre el especialista en oncología ocular, el médico
oncólogo y el oncólogo radioterapeuta. Las opciones de tratamiento incluyen quimioterapia, terapia
con radiación externa y raramente, enucleación.
Dentro del ojo puede aparecer un nevo, parecido a un lunar de la piel, y asi como los
lunares de la piel, los nevos (lunares) de la coroides se pueden transformar en un melanoma maligno y por lo tanto
se deben de vigilar de manera estrecha. Los nevos de la coroides se deben examinar cada cuatro a seis meses si se
presentan cambios en su tamaño o pigmentación. En la mayoría de los casos, el único
tratamiento recomendado es observación y vigilancia estrecha por un oncólogo ocular.
Los tumores conjuntivales son tumores malignos que crecen en la superficie del ojo. Los
tipos más comunes de tumores de la conjuntiva son el carcinoma escamoso, melanoma maligno y linfoma. Los
carcinomas escamosos raramente metastatizan pero pueden llegar a invadir el area alrededor del ojo, la órbita
y los senos paranasales. Los melanomas malignos se pueden derivar de un nevo (lunar) o iniciar como una
formación pigmentaria nueva. El linfoma del ojo puede ser un signo de linfoma sistémico o estar
confinado a la conjuntiva.
Se deben remover tanto el carcinoma escamoso como los melanomas malignos de la conjuntiva. Previo
al tratamiento, la mayoría de los tumores pequeños de la conjuntiva pueden ser fotografiados y
vigilados en busca de evidencia de crecimiento. Los tumores pequeños pueden ser removidos por completo. En
algunos casos, puede ser necesario aplicar crioterapia (congelamiento). Se pueden utilizar gotas de quimioterapia
para los ojos en algunos pacientes con melanoma conjuntival. Este tipo de terapia da tratamiento a toda la
superficie del ojo, es menos dependiente en la definición exacta de los límites del tumor y
podría llegar a disminuir el riesgo de cicatrización después de una cirugía. En el caso
de linfoma, generalmente se toma una biopsia para determinar si el tumor es canceroso.
Los tumores del párpado pueden ser quistes benignos, una inflamación, o
tumores malignos de la piel. El tipo mas común de cáncer de párpado es el carcinoma de
células basales. La mayoría de los carcinomas de células basales se pueden remover con
cirugía. Si no se tratan, estos tumores pueden crecer alrededor del ojo y en la órbita, senos
paranasales y hacia el cerebro. Una biopsia puede determinar si un tumor del párpado es maligno. Los
tumores malignos se remueven por completo y el párpado se repara utilizando técnicas de cirugía
plástica. En ocasiones, después de la cirugía, se puede requerir de crioterapia (terapia de
congelamiento) y radiación.
Existen tumores que pueden crecer dentro y por detrás del iris. Aunque la
mayoría de los tumores del iris son quistes o lunares, en esta area pueden llegar a aparecer melanomas
malignos. Con el fin de establecer una base comparativa se utiliza un tipo especial de fotografía del iris
llamada fotografía con lámpara de hendidura. Por otro lado, la única manera de establecer el
espesor de tumores del iris es mediante ultrasonido de alta frecuencia. La mayoría de los tumores
pigmentados del iris no crecen. Estos son vigilados periódicamente mediante observación y
fotografías. Se recomienda dar tratamiento cuando se documenta el crecimiento de un melanoma del iris.
La mayoría de los melanomas pequeños del iris pueden ser removidos
quirúrgicamente. Para tumores del iris de mayor tamaño se consideran opciones de tratamiento como
radioterapia con placas o enucleación.
Los linfomas pueden aparecer en el tejido de párpado, conductos lacrimales y en el
ojo. En la mayoría de los pacientes con linfoma non-Hodgkin de células gigantes, la enfermedad se
limita al ojo y al sistema nervioso central. En estos pacientes, aparecen síntomas en el ojo en un promedio
de dos años antes de aparecer en algún otro lugar. La enfermedad misma así como el tratamiento
(que puede incluir tratamiento al sistema nervioso central con radioterapia, quimioterapia o ambas) pueden alterar
el funcionamiento visual del paciente.
Por detrás del ojo pueden llegar a presentarse tumores y procesos inflamatorios.
Generalmente estos tumores empujan el ojo hacia adelante, causando una extrusión del ojo llamada proptosis.
La causa mas frecuente de proptosis es la enfermedad tiroidea del ojo y los tumores de tejido linfoide. Otros
tumores que llegan a presentarse son los hemangiomas (tumores de vasos sanguíneos), tumores de la
glándula lagrimal y masas que se extienden desde los senos paranasales hacia la órbita. Aunque los
estudios de tomografía computada, resonancia magnética y ultrasonido son útiles para determinar
el diagnóstico probable, la mayoría de los tumores orbitarios se diagnostican a través de una
biopsia que se realiza mediante una orbitotomía.
De ser posible, se deben de remover los tumores orbitarios en su totalidad. Si esto no es posible
o el procedimiento pudiera causar demasiado daño a otras estructuras importantes alrededor del ojo, se debe
de remover una porción del tumor y enviarla a un patólogo ocular para ser evaluada. Si los tumores no
pueden ser removidos durante la cirugía, la mayoría de los tumores orbitarios pueden ser tratados con
radioterapia. Algunos tumores raros de la orbita llegan a requerir la remoción total del ojo y el contenido
orbitario. En algunos casos se utilizan semillas de radioterapia en la orbita para tratar cualquier tejido residual
de tumor.
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